Mi primera Noche de San Juan
Hoy es día de San Juan, lo cual quiere decir que anoche fue la Noche de San Juan. Es la noche más mágica del año. Cuando se nos cumplen todos los deseos, cuando podemos hacer magia con el fuego, quemar el pasado y sembrar el futuro. Ayer fue mi primera celebración de la Noche de San Juan, y me encantó.
El año pasado ya sabía yo que existía esta celebración y de hecho iba a ir a una que organizaba una amiga, pero por X o Y no pude ir. Me quedé con las ganas. Y este año no me la perdí por nada.
La Noche de San Juan se origina en la festividad pagana (lo cual quiere decir que es de la Tierra, del campo) Litha. Básicamente, lo que se celebraba era el Solsticio de Verano, que para los celtas representaba el año nuevo. Más adelante, como pasó con muchas culturas conquistadas por el catolicismo, fusionaron la Noche de San Juan con esa festividad pagana, añadiendo la bendición del agua a la purificación del fuego, que era la idea original.
Esta noche es la más corta del año y la idea es danzar y celebrar alrededor del fuego hasta recibir la bendición de los primeros rayos del sol del “nuevo año”. Las fiestas se hacen alrededor de enormes fogatas, honrando al fuego y pidiéndole que nos ayude a purificarnos de todo lo que ya no nos sirve. Se lo entregas en danzas, en cantos, escribiendo en un papel que más adelante quemas…
Mi Noche de San Juan
Pero bueno, va mi historia. Yo fui a la celebración que organiza Susy Rodriguez, de Alas del Corazón, que es una gran amiga mía y una excelente sacerdotisa y angelóloga. A través de ella, yo he crecido mucho en mi conexión con las tradiciones paganas, recordando vidas pasadas y toda la magia y el conocimiento que ya traigo en mi alma. Así que este año, después de un recorrido padrísimo por la historia de mis vidas pasadas en Avalon, Francia y Galicia, no podía quedarme atrás.
Llegué a las 8:00 pm a Playa Langosta, vestida de blanco, con mis materiales y rosas blancas. Hay que llevar hojas blancas, pluma negra y roja, un listón rojo, romero y algo para compartir con todos al finalizar. Después de unos minutos de esperar bajo el yugo de los mosquitos, llegaron Susy, David y Luz (ellos son los que siempre la acompañan, un sacerdote super guerrero y una hadita danzarina bellísima) y empezaron a montar el espacio.
Luego, luego se empieza a sentir la magia. El altar frente al mar, empezándose a llenar de flores y ofrendas de alimento y amor para todos. Los tambores y otros instrumentos que van sacando y probando. Susy, que entra en su papel de guía sacerdotisa y adquiere un brillo especial, una presencia única. Los participantes, colocándonos en círculo, encontrando nuestro centro, honrando el espacio. A la espera.
Se prende el Fuego
Y se prende el fuego. En Cancún no puedes hacer fogatas en la playa, así que Susy llevó latas de fuego como las que ponen en los buffets. Pero todas juntas, después de ser bendecidas y activadas por Susy, cambian. Les juro que yo veía de pronto una enorme fogata en medio de muchísima vegetación. Sentía cómo había más seres, elementales, personas, magos, danzando y celebrando junto a nosotros. Insisto, la magia estaba ahí, a flor de piel.
Cuando ya estábamos listos para empezar, Susy pidió permiso a los guardianes del lugar, pidió la guía de los seres de Avalon abriendo un portal para que entraran y nos uniéramos a ese espacio mágico del otro lado del mundo. Pidió la presencia de elementales, hadas, sirenas, ondinas, druidas, guardianes de Avalon, los guardianes de cada participante, diosas como Dana y Oonagh, arcángeles como Haniel y Ariel. Llamó a Merlín y su magia poderosa. Wow. Se me ponía la piel chinita, empecé a conectar con el fuego, con mis guardianes, con la esencia del lugar. Veía luces (¡de reojo! y yo generalmente no veo con los ojos físicos) y sentía cómo todos nos estábamos activando.
David empezó a cantar y a tocar ritmos básicos en el tambor mientras Susy nos empezó a limpiar a todos. La energía se sentía vibrar, todos concentrándonos en aquello que queríamos liberar, entregándoselo ya al fuego. Susy me limpió con ramas de romero que alguien me regaló (yo llevaba sólo una chiquita) y me dijo que pisara y pisara el romero hasta que sintiera que todo se había ido. Así que eso hice. Mientras bailaba con el ritmo del tambor, conectando con el fuego, cantando lo que discernía de las canciones, me iba liberando de dolores, tendencias, relaciones, energías que ya no me servían. Era tanta la energía que me empezó a doler la cabeza. Pero no me importó, yo sabía que era mi cuerpo liberándose de lo que ya no me correspondía.
Purificando con fuego
Escribimos en una hoja blanca, con tinta negra, todo lo que queríamos soltar. Palabras, conceptos, no tenía que ser a gran detalle. La lista de lo que le entregaríamos al fuego para purificarnos y limpiar nuestra energía y vida. Y conforme íbamos terminando, se lo llevamos al fuego, a quemarlo. Escribí cuanto se me ocurrió, entregando con el corazón abierto. Soltando relaciones pasadas, patrones familiares que no me sirven, malestares físicos, emocionales, mentales… ¡Todo! Entregué, entregué y entregué. Llené la hoja por ambos lados. Y se la llevé al fuego. Ví cómo se empezaba a consumir y confié que el fuego haría el resto. Yo ya lo había dejado. Se lo entregué y lo solté. Me regresé a mi lugar antes de que se terminara de consumir, pero yo sabía que ya no era mío para guardarlo. Todo era del fuego, de la transmutación.
El salto en el tiempo
Después, saltamos el fuego. Una vez limpios, ya que el romero (bello, bello el pobre, todo revuelto entre arena pisoteada) se había llevado todo lo que ya no queríamos, era momento de saltar a una vida nueva. Ya que habíamos entregado todo lo no deseado al fuego, Susy nos guió al siguiente paso. Dejando el pasado atrás, era momento de dar el salto cuántico, cósmico, para llegar a nuestra nueva vida. Y seguimos bailando, cantando con David y Luz, dando palmas, celebrando a los que daban el brinco. Llegó mi momento, tomé vuelo y salté la fogata enorme —la que yo veía con los ojos de mi mente, porque como les dije, eran en realidad como 8 latas de fuego—. Pero yo hasta grité de emoción al caer del otro lado. Porque de verdad había soltado y cambiado todo. Cómo cambia todo cuando se lo entregas al fuego, cuando te dejas purificar por algo tan básico, tan primario como una fogata.
Todos bailábamos y cantábamos y celebrábamos —granted, unos más entusiastas que otros, jaja, seguíamos estando en Cancún, en pleno 2015, pero cuando me conectaba con Avalon en ve-tu-a-saber-qué-año sentía cómo todos estábamos en frenesí absoluto, cantando y bailando como si siempre lo hiciéramos así. Y los cantos nos guiaban, nos llenaban, nos vaciaban, nos limpiaban.
Deseos, magia y manifestación
Luego, llegó lo más mágico de todo, ¡los deseos! Conectando con todos los seres de luz que estaban con nosotros, con la energía del momento y de la Noche de San Juan, hicimos nuestra carta de deseos, con tinta roja. Pusimos ahora sí la mayor cantidad de detalles que pudimos, porque estas peticiones son usualmente cumplidas tal cual y ¡pronto! Así que vertí mi corazón ahí. Escribí todo lo que necesito, deseo, quiero. Salud, seguridad, abundancia, amor, trabajo, sanar y ser sanada, todo. Llené, ahora con letra más chica y bastante juntita toda, la hoja de ambos lados. La enrollé como pergamino y la amarré con mi listón rojo. Magia lista para enterrarse, entregándosela a la Tierra. Ahí en la playa o donde quisiéramos. Así que yo me lo traje a mi casa para entregárselo a mi jardín, al guardianzaso (árbol) que cuida a mi casa y mi familia. Para que cuide mis peticiones y me ayude a verlas germinar.
Bendición en el mar
Para cerrar, fuimos por la bendición de las aguas. Entramos al mar por parejas, con flores para limpiarnos intuitivamente unos a otros. Con las rosas blancas que yo había llevado, mi amiga Leira y yo nos limpiamos energéticamente. Bello bello. El agua super bajita y tibia después de estar todo el día bajo el sol de verano nos acariciaba y bendecía. Entregamos esas rosas al mar y luego di mi ofrenda de otras tres rosas, pidiendo la bendición del Mar. Mi Mar, un mar hermoso que me ha acompañado en todo mi trayecto espiritual. Al que siempre vuelvo, al que siempre honro, el que siempre me purifica, limpia y guía. Agradecí y entregué en ofrenda de gratitud otras tres rosas. Y me sumergí para que me bendijera completa.
A lo lejos, Susy, Luz y Leira me vieron y dijeron que parecía sirena, con la luz de fondo, en comunión con el Mar. ¡Fue mi máximo! Porque yo así me sentía, conectada con mi Mar, entregada y bendecida. Y sentía la presencia mágica de los seres de las aguas rodeándome, acompañándome también.
Y listo. Nos quedamos platicando un poco dentro del agua, disfrutando del chapoteadero natural en el que estábamos. Riendo y contando nuestras experiencias de magia y luz. Les conté de la enorme fogatota que yo veía y me confirmaron que ellos también la vieron así.
Cierre con amor
Salimos y compartimos la comida del altar, como niños chiquitos disfrutando de fruta, pan y jugos (claro, jugo fermentado de uva, verdad, pero bueno jeje)… Seguimos riendo y disfrutando en grupo, platicando y conviviendo. El dolor de cabeza se había ido hace mucho, se lo entregué al fuego. No sentía frío a pesar de estar mojada de mar. El viento suave me secaba poco a poco. La convivencia y la plática me hizo sentirme bendecida y feliz.
Poco a poco se fueron yendo unos y otros, hasta que dieron las 11:30 pm y decidí que ya era hora de irme yo también. Me despedí y tomé las flores que me quedaron para poner en mi altar, en mi espacio sagrado. Guardé mis cosas, me sequé como pude con mi pareo y me fui. El trayecto en el coche, escuchando mis mantras, se me hizo como agua. Llegué contenta a casa, lista para lo que sigue.
En definitiva, y sobre todo en retrospectiva, sé y digo que lo que viví estuvo lleno de magia, luz y mucho amor. Es una experiencia deliciosa que le recomiendo a todos los que quieran disfrutar de una profunda limpieza y un nuevo comienzo a medio año. Este tipo de cosas las pensamos y hacemos a fin del año calendario. Vemos el amanecer del primero de enero, hacemos enemil rituales (desde calzones rojos hasta echar lentejas por toda la casa) en esas fechas. Pero, ¿y a mitad de año? ¡También! Y a un cuarto, y en medio de la semana, y cualquier día.
Sí, la magia que viví en esta, mi primera Noche de San Juan es única. Pero yo creo que cualquier día podemos conectar con nuestra magia, con los seres de luz que siempre están dispuestos a ayudarnos. Sólo hay que hacerlo.
Aunque eso sí, estar con un grupo de almas igualmente dispuestas a recorrer el mismo trayecto en ese momento, conectar de ser superior a ser superior, es aún más especial y mágico. Subrayo mágico. Porque así es. Porque vivimos con magia, la vida es magia. :) Reconozcámosla y ¡a vivirla!
Karen
June 26, 2015 @ 5:39 pm
Wow Gracias por compartir! Vibré con cada palabra! Como dices el fuego es impresionante, yo normalmente al prender una vela pienso en lo que quiero que ese fuego limpie en mi casa, en mi espíritu. Yo soy gente de vela. Normalmente tengo una veladora encendida en donde vivo… con todas las precauciones habidas y por haber…. pero si permitir que los elementos convivan diario conmigo, sentirlos, dejarlos ser y estar conmigo es una sensación de seguridad muy importante en mi vida. Tengo plantas sembradas en tierra, también en agua, no soporto tener las ventanas cerradas, sentir el viento rondando todos los rincones es fundamental! pero como dices, la unión de espíritus enfocados hacia un bien común mayor hace un beneficio tremendo! Me encantará formar parte de la próxima noche de San Juan!
Julene Allende
June 26, 2015 @ 6:22 pm
¡Gracias por tu comentario, Karen! Y por compartirnos los elementos de tu casa. Es muy cierto que hay muchas maneras de conectar con ellos. Más de las que normalmente tomamos en cuenta. Creemos que tiene que haber rituales y acomodos específicos, pero en realidad lo único que hace falta es nuestra conexión con nosotros mismos y con ellos.
Ahoooo!!!